El Camino de Las Carreritas

Mi peregrinaje por el maravilloso mundo de las carreritas de caballitos comenzó a muy temprana edad y tengo como recuerdo una calesita marca Royal que tenía 6 caballos plásticos uno de cada color (amarillo, negro, rojo, verde, naranja y azul).

Algún tiempo después, ya aburrido de la calesita me fui hasta una juguetería que quedaba a la vuelta de mi casa en donde compré una hoja de dibujo marca Caballito de ½ Watman y con la ayuda de un tío hice mi primer pista a lápiz para jugar con dados.

Como los caballitos de plástico de un solo color eran “aburridos” empecé a “adornarlos” utilizando esparadrapo Leukoplast blanco para ponerle franjas, bandas cruzadas, brazales, rayas verticales, rayas horizontales y lunares.

Mi tía que viajaba regularmente a Buenos Aires me trajo de regalo para un cumpleaños una Pista Costa Azul para 5 caballitos. Los caballitos eran de plomo y la pista funcionaba accionando una manivela que estaba pasando la línea de llegada. Años más tarde descubrí que este juego era una copia mejorada de un famoso juego inglés llamado Escalado que fuera comenzado a fabricarse por la firma Chad Valley en 1928.

Caballito Pista Costa Azul

Pista Costa Azul

 

 

 

 

 

 

 

Escalado

 

En esa época también concurrí a la casa de Paulo Guerra, compañero de clase del Colegio Alemán, adonde también había carreritas cuyos detalles veremos líneas abajo.

Luego invitados por Guillermo Quincke, otro compañero del Colegio Alemán, fuimos a jugar un par de veces a una pista de caballitos que se llamaba “Bandera Verde”, juego este que trataremos en un artículo separado.

Ya como por los 16 años empecé a concurrir al Hipódromo “El Plomito III” que estaba localizado en la calle Massini en la casa de la Familia Ferme. Los habituales concurrentes eran Lincoln, Yolanda, Fernando, Jorge y Ana por el clan Ferme. La representación de los Fedele estaba encabezada por Raul a quien se le sumaban Diva, Aldo y María Luisa.

Y además asistían el tío ”Beto” Capozzoli, Marcos Carlevaro, Sergio Hintz, Hugo Miguel Pérez y quien suscribe.

Se llevaba un cuaderno con todos los detalles de cada reunión y dentro de él la de cada carrera, además de publicarse un semanario cuyo nombre era “Gaceta Hípica”.

Detalle de carreras corridas

 

Gaceta Hípica

 

El Alma de los Caballitos…

El Sr. Castagnola era el propietario del molde de los caballitos de plomo y por ende el proveedor de dichos caballitos que vendía en exclusividad la Juguetería Los Reyes Magos que estaba en la calle Río Branco a media cuadra de la Av. 18 de Julio.

Hugo Miguel Pérez tenía una yegua muy buena cuyo nombre era La Gorila a la que se le había roto una pata. Entonces convenció a Jorge Ferme que lo acompañara hasta la casa de Castagnola en el Prado para pedirle que se la reparara.

Ambos amigos, que por ese entonces tendrían 12 o 13 años, llegaron a lo del hombre para solicitarle que le reparara la pata a La Gorila y este con toda lógica fue a su taller y le trajo un caballito idéntico de pelaje y chaquetilla al que Hugo Miguel Pérez tenía roto.

“Llevese este que es igual al suyo” le dijo Castagnola y “asunto solucionado”.

“Ud. no me entiende Señor” balbuceó Hugo Miguel Pérez “esta yegua es buena de verdad, ya ganó el Clásico Soca y el Gran Premio Selección y es por esa razón que yo quiero que Ud. me la arregle no que me la cambie por otra igual”.

A esta altura de la conversación se pueden imaginar la cara de asombro de Castagnola ante la argumentación del joven visitante.

Finalmente accedió y le reparó La Gorila que continuó su exitosa campaña en los Hipódromos “El Plomito II” y “El Plomito III”.

Años más tarde La Gorila fue exportada a la Argentina en donde ganó las únicas dos carreras que corrió hasta el momento…

La Gorila

 

Después fabriqué una pista sobre una chapa de madera compensada, con fieltro en el centro y barandas, pero en ella no llevábamos ningún registro y las carreritas se corrían en forma esporádica cuando se juntaba un grupo de gente en mi casa de la calle Cavia.

A mediados de 1997 convencí a mis amigos de encargarle a un maquetista profesional una maqueta a escala del Hipódromo de San Isidro que incluía las tribunas.

Creo que fue la mejor pista que se había construido pero en ella solo llegamos a realizar dos reuniones estrenando una nueva generación de caballitos fabricada por el Sr. Jaime Hiriart.

Lamentablemente cometimos dos errores: era tan grande que se complicaba manipularla para jugar y luego guardarla. El otro error fue que la prestamos y nunca la devolvieron…

En los últimos años he ido algunas veces a las carreritas organizadas en el Hipódromo Rincón del Pino, otro que será tratado posteriormente en un artículo separado.

Las Carreritas en lo del Flaco Guerra

En uno de los lugares que jugué algunas veces, como dicho más arriba, fue en lo del flaco Guerra, porque Paulo era compañero de clase mío en el Alemán.

Omar Puentes Zignago recuerda los detalles perfectamente ya que su labor para el hipódromo era la de organizar la reunión y anotar en un cuaderno los resultados de las carreras.

“Las Carreritas!!!

Una joya turfística que disfruté en compañía de amigos que ya no están.

Excelente, inolvidable, otra época!!!”

Las carreritas se corrieron de mediados de la década del 60 hasta mediados de la década del 70. 

Se realizaban 42 reuniones por año calendario.

Cada reunión se componía de 8 o 9 carreras que se disputaban todos los sábados entre 20.30 y 5.00 am en las distancias habituales que se corría en Maroñas.

La temporada terminaba con la disputa del José Pedro Ramírez precisamente el último sábado antes de Nochebuena y se empezaba la nueva temporada el segundo sábado de marzo.

Caballitos de las Carreritas del Flaco Guerra

 

Durante el receso se juntaban todos los caballos y se despintaban para llevarlos al color PLOMO.

Había una persona a la que se le entregaban las pinturas y se encargaba de pintar los caballos de acuerdo a su pelo, a sus marcas y los colores de la chaquetilla que lució en las pistas, aunque corriera por cuenta del propietario actual.

Por ejemplo: si comprabas a BIZANCIO era un tordillo con manchas negras y los colores del stud Coricita.

Entre los integrantes más allegados, nombrábamos o elegíamos cada uno de los caballos, potrillos, potrancas y yeguas con sus respectivas marcas y colores. Por ejemplo esa labor tenía en mi un activo seleccionador de las marcas y colores de cada ejemplar y stud.

El sistema del remate era el llamado “remate americano” el cual está determinado por un lapso de tiempo. Se usaba un despertador y se ponía para que sonara en unos minutos: cuatro, cinco, tres, según. Cuando sonaba el mismo, el oferente que llevaba el precio de la oferta mayor, elegía el caballo que más le gustaba.

Los  Caballerizas eran 8 (igual que el número de propietarios) y cada una contaba con 20 ejemplares: cinco caballos, cinco yeguas, cinco potrillos y cinco potrancas.”

Los propietarios eran «Cacho» Marchese, «El Flaco» Guerra, “El Negro” Bentancur, El Dr. Carrara, EL «Flaco» Olivera, El «Bimbo» Moretti, un Señor Manfredi todos con sus respectivas esposas excepto Omar Puentes Zignago y se sumaba para llegar a dieciseis competidores una chica sobrina de la esposa de Bentancur.

“La pista que antes fue de «Polo» Gómez (Stud Mary Helene) (según he leído en una nota del Dr. Aureliano Rodriguez Larreta se llamaba “Gurí”), muy amigo del Negro Bentancur, de Arturo Ochoteco y de Cacho Marchese. Recien aparecí yo  al tiempo cuando la pista estaba abandonada junto con los caballitos en el stud de Eduardo Croza.

La pista tenía 200 espacios de disco a disco. Los caballos de plomo ocupaban ocho espacios y la pista tenía dieciseis andariveles. Se jugaba con tres dados, el máximo puntaje era 18 y lo mínimo para mover eran 8 pudiéndose reservar hasta la entrada en la recta final.

 

Lote de Caballitos de las Carreritas

Otro Lote de Caballitos de las Carreritas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A partir de allí no se podía reservar más y como máximo en cualquier lugar se podían adelantar 25 espacios. Había que esquivar los tropiezos cuando íbamos a los Bifes. Y buscarlos cuando íbamos al Bombo. Si echabas tres se consideraba Rodada y afuera el caballo, salvo en la suelta que se consideraba suelta anulada.

Se que la diagramó un especialista para hacer valer las ventajas que se otorgan, al volcar el codo abierto. Había que saber correr, saber reservar, saber cambiar de andarivel en fin.

Se «paraba» más que en Las Piedras!!!! Hacer un «cajón» era una delicia.

La pista tenía barandas interior y exterior hechas con alambre de plomo y en el centro fieltro para tirar los dados allí.

Las apuestas se hacían previas al sorteo de salida e iban a una urna en sobre cerrado.

Una vez corrida la carrera se abría la urna y se cotizaban los boletos.

Los más osados, elegíamos según las condiciones de la carrera, ir al bombo y jugábamos al de Manfredi o al del Dr. Carrara que iban siempre al frente. Entonces ahí cada uno hacía su propio juego, si podía de encerrar y fabricar el cajón. Para cambiar de andarivel tenías que tener un espacio de luz. Imagínate que echaba doce, movía ocho y reservaba cuatro y abro, el que estaba en ese andarivel echaba y movía lo que podía. Ya estaba en el cajón.

Tropilla de Caballitos sobrevivientes de Las Carreritas

 

Los gastos del hipódromo se financiaban mediante el producido de los remates anuales al que se le agregaba un 5% de quita de las entradas por caballo en cada reunión. Con esto se pagaba la comida y la bebida de cada reunión ya que la pista rotaba de casa semanalmente.

El premio asignado al ganador y al segundo era repartido en la proporción del 80% al ganador y el 15% al segundo, reteniendo el hipódromo el 5% restante del pozo que se producía al depositar cada competidor la entrada obligatoria para disputar esta carrera. La entrada variaba en relación a la categoría de prueba a correrse.

La Tesorería del Hipódromo, en caso de llegar el día de la carrera y el propietario de la caballeriza no tuviese el dinero necesario para la entrada de cada uno de los anotados en toda la reunión, facilitaba el dinero, a manera de préstamo con un plus adicional de un mínimo de apuestas para cada competidor que actuase. El mismo iba a ser deducido de los premios que obtuviese esa caballeriza, tanto ese día o en las reuniones subsiguientes.

Las apuestas eran sólo a Ganador con base $ 2.00 y existía la apuesta Triple con Canje que valía $ 4.00 por vale y consistía en acertar a los ganadores de tres carreras consecutivas. La misma no tenía placé y el Pozo Vacante se acumulaba e iba directamente a las arcas del Hipódromo en cuenta bancaria a nombre del Tesorero.”

En el remate anual de los caballitos Cacho Marchese había adquirido a Cuaraí (un hijo de y Arlequín y Uranie) del Stud Don Andrés que estaba al cuidado de Pablo Gelsi y su jockey era Heber Castro.

Cuaraí debutó en la de perdedores ganando fácilmente la carrera. A continuación fue directo a la Polla de Potrillos y al Gran Premio Jockey Club los cuales ganó por destrozo.

En todas esas carreras siempre con la misma receta 18, 17, 18 y 16 sin reservar y corriendo a destajo adelante.

Cosa de mandinga pero en esos mismos días Cacho corría en todas las carreras y jamás tuvo un cubilete que echara tanto y si así era reservaba para asegurar la carrera.

Con Cuaraí el cubilete se potenciaba mágicamente y Cacho lo dejaba correr a lo bobo en la punta.

Llegó el día del Gran Premio Nacional, reunión que se celebraba en la casa de Bimbo Moretti de la calle Maldonado y el invicto Cuaraí venía con varios cuerpos de ventaja en la delantera, por lo que era dable pensar que ya tenía en el bolsillo el Nacional y la triple corona.

De repente se produce un corte de luz, lo que hace menester traer un farol a mantilla para poder continuar con la carrera. En el interín alguien dice “Echó sangre Cuaraí” y cuando le llega el turno de tirar a Cacho Marchese del cubilete salen tres ases lo que significaba que Cuaraí había rodado.

Cacho, caliente como un chivo tiró el cubilete contra la pared, juntó todos sus caballitos y se fue de la reunión probablemente cayéndosele alguna lágrima que sus amigos no llegaron a apreciar.

Después de esa carrera Cuaraí jamás pudo volver a ganar, a pesar de haber corrido el Gran Premio Comparación y el Gran Premio José Pedro Ramírez y luego puso punto final a su campaña de pistas.

 

Referencias:

Paulo Guerra

Omar Puentes Zignago

Fernando López

Luis Costa Baleta

G-71LDCZC6ZG